27 oct 2008

Reflejos...

Tenía una habitación llena de espejos, todos ellos con atributos únicos. Algunos eran bromistas y disfrutaban ponerle a mi reflejo una nariz de más, tal vez dos bocas y cuatro ojos. Otros eran muy vanidosos, les encantaba poner en mi reflejo sólo mis partes bellas y nada más. Algunos eran parlanchines y solían decirme lo perfecta que era, alababan todo lo que hacía y nunca me criticaban. Tenía entre ellos también, un espejo que dependiendo de su ánimo mostraba mi reflejo sonriendo o llorando, independientemente de como yo me sintiera.

Eran muy peculiares estos espejos. Otro era un espejo solitario que nunca reflejaba nada y estaba otro al que le gustaba reñir mientras se encontraba el reflejo, tenía por enemigo al espejo que siempre mentía ya que le había metido en problemas más de una vez. Había un espejo que solo me reflejaba si estaba enamorada. Hablarles de todos los espejos me llevaría horas. Pero hay uno en particular que mantengo alejado de los demás y encerrado bajo llave, porque es el más terrorífico de todos. Este espejo les produce escalofríos a los otros que allí se encuentran, no tiene atributo especial ni poderes mágicos pero es tan terrible que no me atrevo a verle otra vez. El reflejo que miré, lo que observé, de lo que me espanté, fue de mi misma.

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